viernes, 5 de abril de 2019

Una fractura diferida de tibia que pasó desapercibida.

Caso clínico.
He atendido a un paciente varón, de 50 años, que hace 35 días sufrió el impacto directo de una piedra en su pierna derecha. Le produjo dolor intenso y una herida.
Acudió a Urgencias. Se hizo una radiografía que era normal, y se hizo cura de la herida.
Lo revisó otro Traumatólogo tres días después, y seguía con dolor en el tercio distal de la pierna y en el tobillo, por lo que le pidió una Resonancia Magnética (RM). El paciente se hizo esa prueba una semana después, pero como iba mejor no acudió a revisión.
Pero tres semanas más tarde dio un pequeño golpe contra el suelo, apoyando la pierna, y notó aumento del dolor, por lo que acudió de nuevo al Hospital, y esta vez a mi consulta.
La RM del tobillo (hecha 20 días antes) evidenciaba tenosinovitis del extensor común de los dedos y algo de líquido en la articulación astrágalo-escafoidea. Nada grave. En la pierna se observaba edema en tejido celular subcutáneo con edema subperióstico y en médula ósea de la tibia, con dudas sobre posible etiología traumática o infecciosa. El aspecto de la herida era de sobreinfección, con escara central necrótica de 1.5 cm de diámetro, y celulitis periférica eritematosa (infección de aspecto no muy agresiva). Interpreté que el dolor y todos los hallazgos eran por esa infección. Le hice y prescribí curas, y un ciclo de antibiótico (Ciprofloxacino 500mg/12 h 7 días), reposo relativo y revisión en una semana.
Cuando el paciente volvió, la herida estaba mucho mejor, sin embargo tenía cada vez más dolor en la pierna, y no podía apoyar el pie en el suelo, necesitando usar muletas para desplazarse. Me extrañó mucho esa evolución, porque además el paciente no estaba en situación de baja (y a veces algún paciente simula dolor e incapacidad, pero no era el caso). Y aunque no había muchos motivos, se me ocurrió pedirle una nueva radiografía. El paciente dijo que ya le habían hecho una, y una RM, y que no se había visto nada en esas pruebas: pero insistí. Y la sorpresa fue que la radiografía mostró una fractura sin desplazar en la tibia, en la zona del impacto de la piedra.
La explicación al misterio es que el impacto inicial había ocasionado una fisura, imperceptible en la primera radiografía (era completamente normal) y en la RM (solo se veía un poco de edema óseo, que se consideró consecuencia de la herida y no se valoró como fisura); y que en el segundo traumatismo, que fue de poca energía, la fisura se abrió y causó dolor por inestabilidad en el foco.
Si no se hubiera hecho esa segunda radiografía y le hubiera dicho al paciente que siguiera andando, que no tenía nada grave, quizá se podría haber producido un desplazamiento secundario de la fisura, que incluso hubiera podido exigir tratamiento quirúrgico.
La primera Radiografía, normal.

Resonancia en secuencia T2, normal.
El marcador redondo señala la zona de la herida.

RM en secuencia STIR, que muestra ligero edema oseo
(se ve un poco más blanco) en la tibia derecha.

La Rx hecha 5 semanas después del traumatismo,
donde se aprecia la línea de fractura (no desplazada),
sobre todo en la proyección lateral (a la izquierda y arriba)

Rx de control un mes después.
Se empieza a ver el callo de consolidación perióstico
alrededor de la fractura.
Persiste limitación y dolor al andar,
pero cada vez menos.

2 comentarios:

  1. Solo un comentario. No es que "como iba mejor no acudió a revisión", sino que se me pasó la fecha de la cita con el doctor Carpintero por un despiste. Fue entonces cuando pedí otra cita y la más cercana en fechas era la que me dieron con usted. Pero la pierna dolía, y mucho.

    En fin, como me pronosticó en la última cita, ahora la pierna va cada día mejor. Prácticamente no uso muletas y el dolor ha remitido casi del todo.

    Muchas gracias por su atención.

    Un saludo

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