viernes, 1 de marzo de 2019

Mi trabajo día a día como Traumatólogo en HM Vigo.

Mis compañeros traumatólogos.
   Todos los días laborables por la mañana (salvo los jueves que voy por la tarde) estoy en mi Hospital, consultando en el Despacho Nº1 de la planta baja. Veo en cada sesión de consulta unos 25 pacientes. Son casos muy variados: primeras consultas y revisiones, todos ellos con problemas de traumatología, accidentes de tráfico, deportivos, laborales y escolares, dolores y lesiones agudas o crónicas, artrosis, heridas, colocación de yesos y vendajes, prescripción de medicamentos y de diversas terapias, ver resultados de pruebas, hacer informes...
   Ya llevo siete años en este Hospital, que no es muy grande pero es muy funcional y efectivo. Los jueves por la mañana suelo operar, y a veces tengo cirugía alguna tarde, o urgencias en cualquier momento. El hospital cuenta con tres quirófanos, y resuelvo tanto patología traumática (fracturas y luxaciones, artroscopias de rodilla, sutura de tendones y heridas...) como patología ortopédica (operaciones para artrosis, juanetes, quistes...).

La operación de esta mañana.
Osteosíntesis con placa y tonillos
de una fractura compleja de
clavícula en un ciclista.
   Hoy es jueves, y esta mañana he operado a un ciclista que sufrió una fractura de clavícula: ha sido bastante complicado colocar todos los fragmentos en su sitio y fijarlos con tornillos y una placa, pero ha quedado bien. En la operación me he cortado en un dedo con un gancho de reducción, tratando de convencer a la clavícula de que se colocara en su sitio... ¡Y eso que tenía puestos dos pares de guantes, que protegen más que uno! Nada grave: otra herida de guerra. Esta profesión de cirujano traumatólogo es de riesgo: aparte del estrés de la frecuente saturación de trabajo y de la tensión que ocasiona estar procurando lo mejor para los pacientes (sabiendo que la medicina no cura todas las enfermedades y que cada caso es diferente y se puede complicar), los cirujanos tenemos riesgo de contraer enfermedades, especialmente en los quirófanos, y sufrimos los efectos de las radiaciones por el aparato de Rayos X que usamos allí durante algunas intervenciones, y podemos contagiarnos de enfermedades infecciosas (como Sida o Hepatitis), 
   Cuando estoy en el Hospital ayudo si es necesario a los médicos de Urgencias, que están presentes las 24 horas del día todos los días. Y además estoy cinco o seis días al mes de Traumatólogo de Guardia localizado, durante el turno de 24 horas, disponible para acudir al Hospital cuando viene alguna patología compleja que requiere operación...
   Así es mi vida laboral. Soy de las afortunadas personas que trabajan en lo que más les gusta. Estudié Medicina y lo sigo haciendo, porque seguí el consejo de mi sabio abuelo (el Dr. Isidro Puebla): un médico tiene que estudiar toda la vida. Y cuando terminé la Carrera en la Universidad Autónoma de Madrid, en 1982, decidí ser traumatólogo: y desde entonces me he dedicado a esta especialidad. He trabajado en diversos Hospitales (sobre todo 28 años en Povisa, ver mi despedida), y desde enero de 2012 estoy en este Hospital, que antes se llamaba El Castro, pero ahora, desde hace dos años, se llama HM Vigo (de la cadena de Hospitales privados HM). Y sigo tratando de hacer bien mi trabajo y de ayudar a todos los que puedo a que lleven mejor su vida, con más salud. Es un privilegio, y se me da bien.

1 comentario:

  1. PD: En estos 36 años trabajando sin faltar ni un solo día, sólo he tenido un problema jurídico, pero ha sido muy especial: se trata del caso de la amputación de la pierna de una joven deportista (que en marzo de 2015 tenía 16 años). Como bien saben los que conocen el caso (y quien quiera informarse: Ver), yo no cometí ningún error en su asistencia, ni nada de lo que hice ocasionó esa amputación. El culpable de la amputación fue el cirujano vascular que trabajaba en Povisa (se jubiló un mes después de amputarle la pierna a la paciente) llamado Manuel Lores. La paciente sufrió un grave traumatismo en su rodilla al caer mal al suelo desde una cama elástica haciendo saltos mortales (sin la necesaria vigilancia de ningún monitor), estuvo tres días ingresada en El Castro a mi cargo, donde le operé la rodilla el primer día, y le hicimos dos Resonancias y un angioTAC, y cuando el tercer día la trasladamos estando la pierna con buena circulación (todas las pruebas y testimonios lo demuestran), ese cirujano vascular la operó mal (no leyó los informes, ni vio las pruebas -dos angioTACs-, y se equivocó de diagnóstico, e hizo mal la operación...) y su operación fallida causó una isquemia (interrumpió la llegada de sangre al pie) que después no quiso intentar resolver (aunque al día siguiente médicos de Povisa se lo pidieron...). Tras esa operación de bypass mal hecho, operó la pierna un médico traumatólogo de Povisa. Y esa noche la paciente comenzó a tener el dolor intenso propio de la isquemia (que no había tenido en El Castro), la piel se puso pálida... y dos días más tarde tuvieron que amputarle la pierna. Pero el cirujano vascular sinvergüenza Manuel Lores, para eludir su responsabilidad, me echó a mi la culpa, falsificó informes, y mintió a la familia diciéndoles que la pierna llevaba tres días sin sangre (algo falso a todas luces). Y los jueces -demostrando que no saben medicina- se creyeron todas las mentiras de Manuel Lores y de su abogado y me condenaron. Una enorme injusticia, detrás de la que hay muchos intereses ocultos...

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